martes, 30 de noviembre de 2010

250 mil secretos revelados, pero uno sólo es tapa de La Nación

Y sí, La Nación es inefable. Sus periodistas, que suelen retorcer la realidad para acomodarla a los intereses de sus dueños (Bartolito Mitre y Saguier), hoy se pasaron de la raya.

Si la noticia que sobrevuela las tapas de los grandes diarios es la revelación de que los Estados Unidos espiaba a todos los gobiernos del mundo, incluidos los aliados, y se revelan los 250.000 documentos, La Nación elige uno. Sí, uno sólo, el que más conviene a sus intereses: el espionaje al gobierno argentino, y lo titula de una manera asombrosa: “Duros conceptos de la diplomacia norteamericana sobre los Kirchner”.

Para el que no sabe cómo funciona el periodismo, acá tiene un excelente ejemplo: se recibe la información, se selecciona, se descarta, se excluye, se privilegia, se elige y luego se publica.

Muchas veces se oculta una noticia, porque se cree que al no llegar la información a los lectores, ésta no existe. Por ejemplo: si están en contra de un gobierno, se ocultan las noticias que lo benefician (o se las relega a las últimas páginas) y se pone en tapa las que lo perjudican. En el caso de estar a favor de un gobierno, actúan al revés. Por ejemplo: en épocas de dictadura, La Nación y Clarín omitían la información sobre secuestros y desaparecidos o sobre robos de bebés, y ponían en tapa la información proveniente de las oficinas de prensa dictatoriales.

Y no sólo en la Argentina. Hay que tener en cuenta que esta información revelada en estos días por el sitio Wiki Leaks fue proporcionada, no a un diario, sino a varios al mismo tiempo. ¿Por qué? De esa manera se impedía un ocultamiento. Si se hubiera proporcionado sólo a New York Times, por ejemplo, nadie garantizaba que este diario no hubiera consultado primero con su gobierno y que hubiera decidido publicar o no de acuerdo a sus intereses, o la tajada de prestigio o de ventas que hubiera obtenido. Por eso, los que hicieron las revelaciones (cualquiera hayan sido sus reales intenciones), brindaron esa información a varios diarios de distintas partes de mundo al mismo tiempo.

Esos diarios, que habían recibido información sobre atrocidades norteamericanas en Irak, ya las habían publicado, por eso ofrecían cierta garantía. Y lo más importante: cualquiera hayan sido sus intereses y sus compromisos, al saber que todos recibían la información al mismo tiempo, no se podían arriesgar a ocultar nada, porque hubieran quedado en evidencia, y el desprestigio sería mortal.

Pero volviendo a la Argentina, La Nación deja bien en claro qué es lo que privilegia. Elija: ¿La información o su odio hacia el gobierno? Y lo hace de una manera brutal: acentúa la “preocupación” de la diplomacia norteamericana por la “salud mental” de la presidenta. Hoy, con la credibilidad de la diplomacia yanqui por el piso destaca esa “preocupación” sobre la presidenta, cuando, quizás, debería dudar sobre la salud mental de los funcionarios norteamericanos.

Ante esa actitud de la diplomacia yanqui, repudiada hoy por todos los gobiernos del mundo. Ante las 250 mil informaciones reveladas, La Nación elige una: la más colateral, la que le sirve a sus intereses, la que genera una realidad virtual. Y elige dejar de lado la realidad, la verdad, la información general. Privilegia en tapa sus intereses, por sobre el de sus lectores.

Claro, si estos grandes multimedios jamás informan sobre las denuncias que pesan sobre ellos de malversaciones, evasión de impuestos, lavado de dinero, despidos injustificados, incumplimiento de leyes laborales, complicidades con gobierno s de facto, entre otras cosas, ¿quién puede creer que ahora van a informar sobre la realidad?

Porque se puede tener cualquier tipo de opinión y postura política, como la que tuvo siempre La Nación, en defensa de un sector social determinado. Pero lo de estos tiempos…

En los tiempos en que vivía el general (Mitre, el fundador), seguro que a Bartolito y a Saguier los mandaba a la primera fila del ejército de la Triple Alianza, para que los bravos paraguayos les enseñaran a ser menos atrevidos.

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