jueves, 26 de marzo de 2009

Sin vergüenza: "el rencor como política" editorial

El diario de los Mitre ya no es un diario. En realidad es un partido político.
Toda la información, con raras excepciones debidas a la sorda resistencia de algunos periodistas, está teñida de un profundo rencor, de un odio que da miedo.
Esta afirmación tiene una base: la atenta lectura de la información que provee todos los días. Todo lo que se dice tiene una tendencia: la defensa de los grandes patrones del campo, de las grandes cadenas de comercialización, de la gran industria, de los inversionistas extranjeros (casualmente sus anunciantes), y el ataque a todo lo que sea condenar a los máximos criminales de la historia argentina.
Para ejemplo sobra un botón. La tapa del día 25 no contenía una sola referencia a los actos recordatorios del genocidio encabezado por la dupla Videla-Martínez de Hoz, pero sí para que su ‘periodista-petardista-estrella’ advirtiera que la paciencia de los sojeros que cortan las rutas "llega a su fin", porque algunos camioneros se enojan porque no los dejan pasar.
Los Mitre (y sus socios), tal vez acostumbrados a despreciar indios, gauchos y negros desde los comienzos de la historia, sólo critican cuando las rutas las cortan los desocupados, los pobres, los peones. Para ellos, los dueños de las 4x4 y de las tierras más ricas del país, tienen el "derecho" de aislar a la población, desabastecerla, cometer delitos federales, uno tras otro, mientras son entrevistados en sus noticieros, en sus canales de cable y TV, en sus radios AM y FM, durante todo el día, todos los días. Eso sí, cuando lo permiten sus ‘exclusivas’ a cuanto delito pueda acontecer en cualquier lugar del país.
Cómo van a querer que se reforme la Ley de Radiodifusión de la dictadura, cómo van a querer que le pongan límites a sus poderes. Para algo el "proceso" les otorgó el monopolio del papel de diario, para algo el innombrable de los ’90 les dio piedra libre para copar todos los medios.
Por eso ellos demuestran día a día que son independientes: sólo les importan sus intereses, y el que se oponga a ellos es el demonio y está en contra de la "libertad de prensa", que para ellos es la libertad de ocultar, de mentir, de engañar, de la que gozan los probos, los patricios y sus descendientes, o sea: los multimedios, esos que parece que ahora, también nos quieren gobernar.

viernes, 20 de marzo de 2009

“Un partido en el que todos pierden”

“Un partido en el que todos pierden” es el título de la nota que publicó esta semana el diario La Nación con la firma del periodista especializado en televisión Marcelo Stiletano.
Se las acerco esta semana, porque partiendo del conflicto entre Diego Maradona y Juan Román Riquelme, el periodista reflexiona sobre los programas de televisión y el periodismo en general, con una lucidez que no es común encontrar hoy en los multimedios.

Dice Stiletano: “En Gol de medianoche quedó ratificada una constante de algunos de los canales deportivos de la TV paga: recibir a una figurita difícil para los medios a cambio de tratarlo con mirada acrítica, por lo general admirativa y obsequiosa. El precio a pagar es muy caro: el riesgo de perder el rigor y la perspectiva crítica. Vale más el efecto provocado por la exclusividad. Por más que esté rodeada por el silencio de quienes deberían preguntar y analizar, pero no lo hacen.” Pero no se limitó a un programa “…la respuesta de Riquelme (…) se recostó en el espacio mediático que mejor lo cobija - Telenoche, por Canal 13- y le permite manifestarse sin incomodidad alguna.”
Y explica luego: “En la operación hay conveniencias mutuas: el jugador se ahorra respuestas a preguntas incómodas y el medio se asegura desde su propio silencio cómplice una nueva visita del ídolo de turno.” Porque la cosa está muy clara para Stiletano, al decir: “esa misma TV dedicada al deporte tiene enormes intereses económicos que terminan enrareciendo cualquier acercamiento o alejamiento hacia protagonistas…”

Hasta allí el ámbito deportivo. Pero el periodista profundiza: “Lo que trascendió en los últimos días gracias al fútbol está lejos de acotarse a ese ámbito. En definitiva, es una manifestación que tiende a extenderse desde hace un buen tiempo como un virus sobre buena parte del organismo televisivo. Los espacios informativos resultan cada vez más extendidos y abarcadores, y nunca hubo en la TV abierta noticieros más largos como los que tenemos hoy. Pero el análisis, la visión del contexto, la reflexión capaz de anudar causas y efectos, la opinión ponderada y despojada de otro interés que no fuera el rigor a la hora del razonamiento, brillan por su ausencia.”
Y justamente esa ponderación crítica que Stiletano añora en el periodismo argentino actual, lo lleva a definir con precisión científica a los noticieros televisivos: “…hace tiempo que prescindieron de la voluntad de analizar lo que pasa sin concesiones. En el terreno político, en la crónica policial, en el enfoque internacional y también en el caso de una discusión futbolística que seguramente nos deparará algún otro ruidoso episodio.”

sábado, 14 de marzo de 2009

Es hora de hablar del diario La Nación

"Es hora de hablar del diario La Nación, esa tribuna de doctrina fundado por Bartolomé Mitre en 1870", dice el periodista y escritor Eduardo Blaustein, autor del libro "Decíamos ayer", en un artículo que publicó el diario dominical "Miradas al Sur", el 10-03-2009.
Ese artículo, acompañado por otro que comenta una causa penal contra la directora y su hijo por una millonaria evasión impositiva, junto a la situación explosiva que se vive hoy en su planta laboral, valen para ayudar a reflexionar sobre qué intereses reales defienden ése y otros grandes medios argentinos, cuando hablan de "libertad de prensa".

Aquí va un anticipo del artículo, el resto puede leerse en http://www.elargentino.com/nota-31973-Sobre-el-diario-La-Nacion.html

R.B.


"Miró hacia Europa, dio la espalda a América latina y apoyó cuanta dictadura hubo".
"El diario de los Mitre apoyó a cuanta dictadura que interrumpió las instituciones
Todavía estaba caliente la sangre derramada por los paraguayos aniquilados durante la guerra de la Triple Infamia cuando Bartolomé Mitre, uno de los responsables de la masacre, fundó el diario La Nación. 139 años después es tiempo de debatir sobre su pasado y su presente.
“Procesión rodante y aullante… una ululante bacanal demagógica… un raid callejero… una manifestación que por su confuso abigarramiento y su inofensiva truculencia recordaba a la vez a la Mazorca y al Carnaval.”.
Estas líneas aparecen citadas en un ensayo publicado en 1993 por un intelectual al que difícilmente le cabe el calificativo de kirchnerista, Ricardo Sidicaro. Se trata de la política mirada desde arriba. Las ideas del diario La Nación (1809-1989) y las citas corresponden a un editorial aparecido en el diario La Nación que describía a su modo las manifestaciones póstumas de apoyo a Hipólito Yrigoyen, inmediatamente antes del golpe del 30.
El martes pasado, en la urgida cobertura electrónica de la reunión de las patronales ruralistas con funcionarios de Gobierno, la versión digital de La Nación usó la exquisita fórmula “Cristina irrumpió” para informar sobre la aparición de la Presidenta en ese encuentro.
Al día siguiente, Mariano Grondona se preguntó: “¿Ha iniciado el Gobierno un giro profundo desde el anticapitalismo y el antiruralismo que lo caracterizaban en busca de una postura equilibrada?”. Equilibrado, fino interrogante planteado ante una audiencia capaz de excitarse –que lo explique algún antropólogo cultural– que persiste en la idea de que en Argentina reinan los soviets.
Se sabe: esta semana el Gobierno nacional se anotó un poroto provisorio en la disputa. Pero La Nación encuentra en el enojo de las bases un modo de continuar la lucha. El viernes pasado, una firma fuerte del diario, Fernando Laborda, escribió esta frase acerca de los subsidios que pudieran recibir los productores rurales: “¿Se les pedirá que, a cambio, hagan número en los actos públicos del oficialismo, como ocurre en el conurbano bonaerense con tantos beneficiarios de planes sociales?”. Es un tic largamente conocido, lo que se dice doble standard para cualquier política de subsidios, según se trate de civilización o barbarie. La historia de siempre y la furia de siempre.
El sonido y la furia. “La historia es un cuento contado por un idiota, llena de sonido y de furia”, dice la terrible sentencia shakesperiana. Por suerte ahí está la pequeña historia argentina relatada por el diario La Nación como para que uno pueda aferrarse a la idea de que la historia alberga restos de racionalidad, genealogías, lógicas, continuidades. Aun cuando estemos hablando de un diario que nació como estricta herramienta puesta al servicio de un partido político, aun cuando haya estado al servicio del partido de la gente del campo y del Partido Militar, aun cuando haya hecho tanto, durante tantos gobiernos civiles tronchados y hasta la fecha, por la antipolítica, antes que por la República. Desde esa coherencia sin fisuras, cambiado el escenario político, La Nación ya abandonó el abuso del calificativo hegemónico, opera a favor de un nuevo armado para la restauración del orden conservador, así como operó hace pocos años, pifiándola fulero, a favor del candidato López Murphy (29/12/2002: el subdirector Claudio Escribano firma una columna titulada López Murphy, un candidato que crece con vuelo propio. Ninguna encuesta avalaba la afirmación).
Más de de una vez, en los primeros años de la democracia, Rodolfo Terragno, como periodista, reiteró la idea de hasta qué punto los diarios argentinos se comportaron como pichichos mansos en los regímenes militares, para ensañarse con los gobiernos elegidos democráticamente. En su relación con los gobiernos kirchneristas La Nación batió todos los récords..."

Eduardo Blaustein

martes, 10 de marzo de 2009

Desprivatizar la comunicación

(Hoy les traigo una nota publicada en http://www.isepci.org.ar/vermas_novedades012.html que me parece por demás interesante y que está en la línea de las que empezamos a publicar en este espacio.
Por supuesto que habrá cosas con las que se pueda disentir, por lo que serán bienvenidas las opiniones o comentarios de los visitantes.
R.B.)

Por Néstor Piccone. *


Los cambios producidos en el sistema económico mundial inciden en la composición de los Medios de Comunicación y en la actitud de los periodistas.

Categorías como libertad de prensa o periodismo independiente quedan anacrónicas sin una contextualización conceptual. El manejo de los Medios cambió radicalmente en nuestro país a partir de la privatización realizada en la época de Carlos Menem.


“Videla y Ernestina de Noble
durante la inauguración de la empresa Papel prensa”


La monopolización y transnacionalización de la economía achicó los límites de la libertad de expresión y el derecho a la información ya que los Medios para sobrevivir en el sistema adhirieron al modelo de la globalización y financierización de la economía y en ese juego la verdad queda subsumida.

Este sustrato económico condicionó la política editorial mediática y a los mismísimos periodistas empleados. El impacto de la línea editorial de los grupos concentrados de la Comunicación se impuso - además - sobre las ediciones de radios, canales de televisión y diarios de todo el país. Se profundizó el ideal monetarista y el periodismo quedó atado al rinde económico. Este mecanismo bastardeó el hacer profesional. A favor de la celeridad se hipotecó la investigación y hasta el chequeo de fuentes. Si está en la tapa del diario más vendido esa es la noticia del día. La agenda nacional se unifica en una sola, las señales de noticias cubren el país con uno o dos temas y eso es de lo que hay que hablar. La realidad queda oculta en la síntesis de noticias.

Los medios de comunicación ejercen una notable presión de valores económicos supuestamente aprobados por todos, que se enlaza con la importancia cultural del éxito pecuniario como meta predominante. La creación de pautas sobre una exacerbada necesidad de consumo en medio de la miseria no puede más que desarrollar tensión entre los fines que se proponen y los medios de cómo conseguirlos. Qué genera sino tensión, o al menos desconsuelo, el habitual paseo de enormes franjas de la población por los grandes centros comerciales, donde se ofrecen y exponen innumerables productos que jamás podrán adquirirse o consumirse

La política se subordinó a la agenda mediática y los políticos opositores militan por salir en la tapa de los diarios o al menos aparecer en algún renglón de las páginas interiores. No hay más congresos de la UCR o el PJ, ni debate de ideas. Todo se discute en los Medios. Los gobiernos sufren el ocultamiento mediático de las políticas y acciones de gestión. La Comunicación en manos privadas, priva la realidad.

Esta brutal transformación condiciona las políticas de comunicación de los Estados que deben estar a la defensiva todo el tiempo sobre las denuncias sin datos (confundidas con las otrora valientes investigaciones periodísticas). Hasta la década del 70 los periodistas peleaban desde su ideología. No por casualidad la dictadura hizo desaparecer a 94. Hubo un tiempo de periodistas militantes que para burlar las líneas editoriales apelaban a la entrelínea, el subtitulado y hasta el epígrafe político transgresor.

Había periodistas marxistas, hegelianos, kantianos, racionalistas y empiristas. Sus dichos y escritos tenían ese sustrato y nunca la paga les cambiaba el pensamiento. La honestidad intelectual era un bien preciado. Adscribían al peronismo, al radicalismo, al desarrollismo, al socialismo, al partido comunista o al trostkysmo. Hoy los periodistas, en general y fundamentalmente los que más trascendencia tienen, se mimetizan con la ideologìa del Medio.

No es lo mismo trabajar para una empresa monopólica que para una empresa de menor poderío económico. Las empresas monopólicas logran que la ideología del mercado se imponga. Existe un manual no escrito para ese periodismo: todo político es corrupto y la política no sirve para nada, el sindicalismo es mafia y lo que más importa es el chisme y la adjetivación barata que tiñe los comentarios dirigidos a la política, al deporte o al espectáculo sin distinción de género. Toda gestión de gobierno es “polémica” y las elecciones estarán sumidas siempre en la “apatía de la gente.”

Encaramados en la falta de espacio para el debate de ideas estos periodistas se construyen como oráculos y se creen en condiciones de establecer amorales códigos de ética. Forros de la editorial no explícita de su empresa reniegan de creer que están trabajando para un proyecto político- económico que es el que los Medios disputan con los gobiernos y otros sectores empresariales. Se dicen independientes.

En la Argentina, con esa prensa y la actual Ley de Radiodifusión, está claro que no existe libertad de expresión. El año 2009 se ofrece como una gran oportunidad para democratizar los espacios mediáticos. El debate por una nueva Ley de Medios es una gran oportunidad para comenzar a desprivatizar el pensamiento.


* Periodista, Licenciado en Psicología.


miércoles, 4 de marzo de 2009

La prensa y su visión del mundo

Para algunos, hablar de la prensa local y de la prensa monopólica, es una pérdida de tiempo.

"Las noticias de todas maneras llegan", piensan, aunque en realidad no perciben que la mayoría de los temas sobre los que se habla son los que aparecen en los medios masivos.

Por supuesto que se habla de la familia, de lo que pasó en el trabajo, de los amigos y de los vecinos… pero ¿pensamos cuánto está vinculado con lo que cuentan los multimedios?

Que la inseguridad existe no hay duda, pero cuánto más nos preocupa porque en cada noticioso machacan con eso. La educación, el hambre, la droga, la violencia, el tránsito, son temas ‘serios’ de los que se ocupan los medios para demostrar su ‘compromiso social’. Y porque saben que más atrae si hay muchas víctimas, si los accidentes son múltiples o los detalles son escabrosos… Allí no hay distinción entre seriedad y amarillismo. "Los muertos primero" (a la tapa), como señala un viejo precepto del periodismo más venal.

Pero los medios proveen también los remansos, ocupados por entretenimientos… que vienen de los canales del "grupo" propio… "Hay que darles lo que le gusta", para que se queden pegados al medio.

El inglés Dennis Mc Quail (reconocido investigador de los medios), decía en 1987, cuando todavía no estaba tan concentrado su poder universal: "La atención de la audiencia es el sustento del ingreso y el principal soporte financiero para los ‘media’ en tanto industria de servicios."

Y esa prioridad dada a ganar atención "se refleja en la reiterada tendencia a la medición de la audiencia" (hoy el rating minuto a minuto). Y eso se prefiere, decía, "a la investigación de efectos" (el interés que despierta el producto), o "sobre la calidad de la respuesta" (posibilidad de participación del receptor).

En su análisis, Mc Quail llegaba a la conclusión de que esa prioridad era comprensible: "el conseguir una audiencia es condición de necesidad para continuar existiendo y lograr resultados". Y agregaba: "sin tener en cuenta este principio no es fácil comprender (…) algunas características del producto cultural de los media" (continuidad de fórmulas exitosas, falta de riesgo, predominio de la apariencia sobre el contenido, etc.)

La teoría nos lleva a la realidad de la forma más vulgar: atraer la atención para sostener un negocio (la ganancia como finalidad en sí misma). ¿Es que todavía puede pensarse en los multimedios monopólicos como industrias culturales?

Como decía en su época el poeta español Francisco de Quevedo: "Poderoso caballero es don Dinero." ¿Podemos aceptar esta realidad que nos presentan los medios?

Si no nos preparamos para discernir y evaluar con espíritu crítico, corremos el riesgo de terminar como en la teoría de George Gerbner en los años '70: "cuanto más la gente mira la televisión más irreal se vuelve su visión del mundo".