sábado, 28 de febrero de 2009

Entrevista con Orlando Barone: “Los medios enriquecen y dan éxito a aquellos periodistas que le son fieles”

Me pareció interesante traer a los lectores esta entrevista de alguien que se atreve a opinar, más allá de camarillas y de supuestos "códigos" que deben preservar a los miembros de una profesión o grupo social.
La Agencia Paco Urondo, en su versión radial (Basta de Zonceras, martes de 10 a 13, FM La Boca, 90.1), entrevistó el seis de enero pasado al periodista y analista político Orlando Barone.
En la charla, se extendió sobre los “profetizadores de desgracias” y sobre muchos periodistas y su relación con los medios de prensa, como Lanata, Tenembaum y Víctor Hugo.
R.B.


BZ: Estamos hablando con Orlando Barone, un periodista, un analista político, sobre el 2009 que comienza.
OB: En realidad todos somos analistas políticos…

BZ: Está bien, pero algunos son más lúcidos que otros…
OB: Bueno, no sé si será el caso. Igualmente, dejame decirte algo que no tiene que ver con nada: es un placer a mi hablar con FM La Boca, es un barrio que para mi genera mucho cariño porque me remito a mi infancia. Me crié en La Boca hace mucho tiempo, en otro mundo, otro barrio, otro país. La Boca sigue teniendo un significado, no tiene que ver con las nuevas construcciones sino con aquello que queda, persiste. Dicho esto, paso a responderte tu pregunta: espero el 2009 con un optimismo, vamos a decirlo con presuntuosidad, inteligente; como hay un pesimismo estúpido, de los profetizadores de desgracias. En la mitología griega hay una personaje, Cassandra, de la que se había enamorado Apolo, y los dioses la condenaron a realizar profecías que no se cumplirían nunca.

BZ: Después creó un partido político, lo llamó Coalición Cívica…
OB: Muy bien, me entendieron. Siempre las Cassandras se reciclan, algunas inofensivas, y otras de la forma en la que ustedes señalaron.

BZ: O como su compañero Eduardo Bussi, que prometió muertos. ¿Leyó esas declaraciones?
OB: Sí, pero no las quise creer. Siempre creo que los periodistas exageran. En general es cierto. En el fondo, a todo ese sector, iba a decir campo, pero rechazo esa palabra, porque es una generalidad. Al sector de los negocios rurales, si lo dejan, si le siguen dando cuerda, empieza a desbarrancar como lo hizo Bussi. Porque debajo de la cáscara está la esencia, y la esencia es esa que les sale de lo más profundo de la historia. Dejemos a Bussi y hablemos del 2009. Creo que es muy interesante lo que ha pasado con la democracia argentina. Después de la crisis de 2001, que hubiera desmantelado a más de un país, logró recomponerse, por supuesto gracias al sacrificio de muchos argentinos. Esto me tranquiliza, es como aquel amigo que tuvo una enfermedad grave y se recupera. Tiene otra idea de la vida. Si los argentinos fueran medianamente sabios, deberían saber que lo que viene es mejor. En cambio, si te dedicás a ver los medios, sucede otra cosa. Hoy, en Argentina, los medios son enteramente opositores a la gestión del Gobierno. No sé si los periodistas son opositores. No sé si ustedes, periodistas jóvenes, son opositores o son llevados por la corriente. Dicen que los peces muertos van siempre con la corriente.

BZ: Orlando, no debés saberlo, porque somos un pequeño programa perdido. Pero este espacio se define kirchnerista.
OB: Ah, bueno. Eso es más audaz que definirte maoísta. Ustedes son temerarios. Nunca van a ser declarados los empleados del mes de Clarín, La Nación, de la revista Noticias o Perfil. Nunca van a recibir premios. Ustedes y yo, nos sentimos una minoría, dentro del mar de los medios. Pero no dentro del mar de la gente. Una cosa es la opinión pública que aparece en los medios y la que no sale. La mayor parte de las personas, no tiene la posibilidad de salir en los medios. Los medios hablan de lo que sale en los mismos medios. Por otra parte, la gente suele dar sorpresas en las urnas. No aparece en las tapas de los medios, pero está. En algún momento, se pensó en el periodismo para refutar, fiscalizar la voz de los poderes políticos, económicos. Pero el periodismo no fiscaliza al poder económico, sí al intendente de La Matanza.

BZ: Hay periodistas que son abierta y definidamente opositores, como Grondona, por ejemplo. En cambio, hay otros, que posan de progresistas y son profundamente reaccionarios, con un discurso anti-Estado, anti-Política. Pienso en Ernesto Tenembaum.
OB: El otro día me hablaron en una reunión de él. Estaban preocupado por él, como alguna vez lo estuvieron por Jorge Lanata. Son periodistas formados en el progresismo, trasgresor. Voy a decir una barbaridad: a medida que uno se enriquece el brazo izquierdo empieza a inmovilizarse. Es probable que sea más fácil ser agresivo, trasgresor, desde un pequeño medio, desde un blog que desde un gran medio. A medida que vas ganando espacios, te ascienden, te cortan el poder de tus misiles y de tu gomera. Te van a dar el misil pero dirigido a un lugar determinado. Cuando un periodista joven empieza a ascender en la escala del éxito, quiere cumplir con aquellos que le permitieron subir. Hay periodistas que logran resolver ese problema, pero son pocos. Quiero decir esto: los medios enriquecen y dan éxito a aquellos periodistas que le son fieles.

BZ: ¿Cómo te llevás con Víctor Hugo Morales en Continental, donde sos columnista?
OB: Me llevo bien, es un gran organizador del programa. No somos amigos, pero hemos compartido alguna comida. Tiene su mirada sobre el mundo y tiene sobre él todos los dones y los defectos que le otorga la gente que lo considera como a un ídolo. Así como Maradona o Charly ya no son lo que eran, sino lo que fuimos haciendo de ellos. A Víctor Hugo le pasa eso. ¿Qué ha ocurrido? El mundo del fútbol se ha acostumbrado a ese Víctor Hugo trasgresor, brillante. Después, está el otro, el periodista político, que es más discutido por sus opiniones por los mismos que lo admiraban con el fútbol. Pero Víctor Hugo es el mismo. Pero en otros espacios no tenía la posibilidad de expresarse y ahora lo hace. Y tiene muchos admiradores que antes tal vez no tenía, y puede ocurrir que otras personas se desilusionen. Me llevo bien porque en realidad mi espacio es muy especial, no estoy implicado en el programa. No puedo saber qué tensión interna tendría si mi protagonismo fuera otra. Continental es una radio claramente opositora. Creo que los periodistas somos muy vulnerables. Si hay alguien vulnerable en el negocio de los medios son los periodistas. Sobre todo cuando las tentaciones son grandes: el éxito, la fama, el dinero, comprarte un auto nuevo, irte a vivir a un country. Ocurre que en el momento en que vos rechazás muchas cosas, te limitás, tu carrera queda limitada.

(Agencia Paco Urondo)

Prensa y democracia

En 1969, The Washington Post creó una categoría de editoriales titulados F.Y.I. (For Your Information: Para su información). El objetivo, según Philip L. Geyelin (uno de los editores del Post) no era sólo tener un espacio para admitir alguna equivocación. También buscaban: “examinarnos no solamente a nosotros mismos, sino a los medios informativos como un todo, tanto para alabar como para censurar, pero sobre todo con la intención de exponernos…”, explica.

Al año siguiente, cuenta, avanzaron en la misma dirección: “hacia la autocrítica de la prensa, por la prensa”, con comentarios del personal del diario y del público sobre el manejo y desempeño de los medios.

Una selección realizada de los artículos publicados en el prestigioso medio con esas premisas, hasta 1973, dio lugar a un libro que fue, durante muchos años, texto obligado de las escuelas de periodismo del mundo.

Esa colección de comentarios acerca del oficio periodístico, con críticas al trabajo propio y al ajeno, trataban sobre el problema de definir y manejar hechos, acerca de las trampas que se producen al emplear frases hechas, a la falta de discreción, al abuso de fuentes anónimas, a la discriminación en las noticias, acerca de la publicidad y los aspectos legales del periódico.

Todavía era una buena época para el periodismo norteamericano. Eran los tiempos de Watergate, y se lo ponía de ejemplo en el mundo. No se menoscababa la libertad de prensa por criticar el trabajo de los medios. Por el contrario, era una muestra de fortaleza democrática.

Y esa actitud dejó huella. Por ejemplo en el Libro de Estilo de El País en los ’80, se hacían públicas premisas de trabajo que fueron imitadas por otros medios del mundo.

Es verdad, ya estaba en marcha la concentración, ya las corporaciones empezaban a intervenir en los negocios de la prensa; faltaba poco para que los multimedios decidieran sobre lo que debían pensar sus lectores.

“Nunca una policía ‘tuvo que’ utilizar medios antidisturbios, sino que, simplemente, los utilizó”, les explicaba el diario español a sus periodistas. (Alguien puede imaginar eso en práctica en la Argentina de los setenta u ochenta).

“No se le puede hacer el vacío a un personaje sólo porque hayan tenido problemas para cubrir una noticia”, decía El País en su libro. “Se evitarán: ‘al parecer’, ‘podría’, ‘no se descarta’ (...) sólo sirven para introducir rumores”. Y agregaba: “…no resulta interesante conocer una opinión si no se sabe quien la avala.” No se debe escribir “según fuentes municipales”, por una gacetilla, sino “según informó la comuna”.

Poner en juego, en estos momentos en el país, algunas de estas reglas, necesarias para mantener la objetividad periodística, sería imposible. La TV, las radios y los periódicos conforman un instrumento de presión casi intolerable, y no permiten el espacio de la reflexión y el discernimiento. Creen que la repetición convence y obliga a consumir lo que sea: autos, yogures y figuras mediáticas. Lo que vale es vender, la verdadera libertad de elegir está en crisis.

viernes, 20 de febrero de 2009

No caer en la trampa

Parece que en estos días está de moda hablar sobre el papel de la prensa.

Claro que para nosotros no es novedad, y es algo de lo que venimos hablando desde el principio. Prensa Libre nació por la necesidad de tener, como vecinos, una voz que fuera equidistante de intereses particulares y que permitiera hacer conocer lo que ocurría en la zona norte.

Por supuesto que no fue una originalidad, porque son muchos los que desde antes seguían ese camino. Pero era ya una sensación de estar hartos de que la prensa «nacional» (en realidad capitalina), mencionara a los municipios bonaerenses sólo para hablar de crímenes o desgracias. Encima, y esto ocurre hoy, no saben si Olivos está en San Isidro o en Vicente López o si Martínez es un municipio o un barrio. Ni hablar de los más alejados. Ayer mismo mencionaban «la zona de Márquez», como si existiera, para hablar de un accidente en Panamericana. Y recuerdo todavía a un famoso periodista hablar de la villa «La rana» en el partido de Munro. Claro que esos errores serían lo de menos, si durante años no nos hubieran hecho creer que nuestro intendente y concejales eran los de la Capital Federal.

Aunque fuera sólo por eso es necesario que exista una prensa local, que vive los problemas, que conoce de qué se trata y que sabe diferenciar entre municipios, entre barrios y entre necesidades diversas y requerimientos especiales.

Por algo los multimedios se volcaron en los últimos años a sacar sus suplementos locales. Para ellos es una forma de ganar pequeños anunciantes casi sin inversión. Total, piensan, «con algunos pasantes, algunas notas sociales y el apoyo de los municipios», que siempre quieren figurar en el diario de «nombre», tienen asegurado el porvenir.

Y así están con sus suplementos. Hasta Crónica tiene ahora el suyo, y si no fuera triste darían risa. Por más tecnología que apliquen, por más que trabajen a pérdida y por más que los apoye algún gobierno municipal, se caen a pedazos, porque no son sino voceros oficiosos de cualquier gobierno, sólo tocan lo que no moleste a nadie, en especial a sus anunciantes. Son como «diarios de Yrigoyen», para los que ellos creen «ignorantes de los suburbios».

Su idea es perversa si la consideramos fríamente. Ante la agenda temática que imponen sus diarios y revistas, con el bombardeo de la televisión y las radios de su propiedad, sólo quedan los medios locales con cierta fuerza como para romper el discurso único. Apuntan hacia nosotros como consumidores obedientes de sus ideas y productos, por eso adulan a los gobiernos municipales, a los que tratarán de imponer sus condiciones cuando sean los únicos medios.

Es hora de pensar en estas cosas, para no caer inermes en el juego de los poderosos.

Continuará

lunes, 16 de febrero de 2009

Prensa local: Último refugio de la libertad de prensa

Para los denominados "grandes medios de prensa", la garantía de la libertad de prensa es que ellos puedan estar en la calle con las mayores ventajas posibles, y que la agenda que proponen sea la que se discuta en el país.
Y esta simple constatación de una realidad diaria va ligada a una larga serie de privilegios que esos "grandes medios" fueron obteniendo a través del tiempo, y de los que aún gozan, y que alguna vez puede ser objeto de otra nota
Ayer secuestros, hoy violaciones, mañana accidentes de tránsito, pasado violencia escolar, la siguiente semana D’Elía y así sucesivamente, buscando temas resonantes y retransmitiéndolos a través de sus cadenas de radios, revistas y canales de TV por aire y cable, van diciendo lo que tenemos que pensar, mientras ellos embolsan sus ganancias basadas en leyes propiciatorias y monopolios acrecentados a través de sucesivos gobiernos, con multimillonaria publicidad oficial y de grandes cadenas comerciales.
Por supuesto, quién puede dudar de que -como toda empresa comercial- se deben a sus clientes (que no son los lectores, que sólo aportan un mínimo de sus entradas). El que quiera conocer a quién responden, sólo tiene que hacer el cálculo de los que ponen más plata en sus avisos.
Frente a esto, existe una alternativa: la prensa independiente, generalmente local o de pueblos del interior, la más pequeña, la que no vive sólo de la propaganda oficial o de las grandes cadenas, la que tiene como anunciante al vecino común.
Ése, con todos sus defectos y carencias, es el último refugio ante el discurso único, ante la mirada parcial sobre la realidad.
Pequeñas radios de baja frecuencia, periódicos semanales o mensuales, revistas, que ofrecen otras visiones, otros aspectos de la vida social. Que difunden la verdadera vida del vecino, mostrando cosas buenas y malas, pero dando lugar al disenso verdadero y al debate de opiniones, con participación de lectores, oyentes o tele espectadores.
En ese modesto espacio, desde el cual se puede desafiar con ventaja a cualquier sucursal de multimedio, junto a muchos otros, también está Prensa Libre, al servicio de sus lectores.
Cuidar ese espacio, tal vez el último refugio, es responsabilidad de todos
Continuará