miércoles, 21 de octubre de 2009

La tapa de La Nación y las reglas del periodismo

Y qué le vamos a hacer… Parece que La Nación está decidida a cambiar las reglas del periodismo. Hoy volvió a hacer punta, con un título que dice una cosa y una nota que dice otra.

Ustedes me dirán que eso no es nuevo, que Clarín lo hace todos los días. Por supuesto, pero Clarín tienen un argumento irrebatible: todas sus tapas informativas son para defenderse de los Kirchner y para que sus lectores entiendan de una vez por todas (todavía quedan algunos rebeldes) que el gobierno actual hace todo mal. Que todo lo que recauda el Estado va a parar a los bolsillos de los Kirchner, que cada obra que se inicia es un acto de corrupción, que los proyectos son solo intentos de robar y que los discursos de Cristina son velados ataques a la noble Ernestina y a sus legítimos hijos.

Pero dejando de lado esto, que ahora está claro, vuelvo a La Nación. Algunos creen que tengo algo contra el diario de los Mitre, pero están equivocados totalmente. Leo el diario de los Mitre desde los doce años, porque me parece el mejor escrito, el más informado y el que tiene periodistas de gran calidad y variedad. Por ejemplo, los suplementos deportivos y de espectáculo son infinitamente superiores a los de su competencia directa; es el que tradicionalmente ha sabido utilizar su Fe de erratas y tiene a Lucila Castro, capaz de explicar y corregir las fallas de escritura más comunes que se filtran, cada vez con mayor asiduidad, en sus páginas.

Ojo, también sé quién fue Mitre, sus posturas elitistas, el genocidio de la Guerra de la Triple Alianza y todo eso, y que, por tradición y por ideología, el diario no se cansa de mostrar que está a favor de los más ricos, de los dueños de las tierras de las grandes empresas, a favor de todas las dictaduras que supimos conseguir, de los golpes de estado, del glifosato y del “mundo libre” (¿de competidores?).

Pero también sé que tenía cierta ética (por ejemplo, antes no permitía que sus periodistas recibieran regalos empresarios), que tenía un respetable Manual de Estilo y de Ética que seguía puntualmente. Sin embargo, ahora me confunde un poco.

Pero pasemos a los hechos.
Hoy en su tapa, a cuatro columnas titula:
“Allanan un ministerio porteño y Macri acusa a la Federal”. Arriba, la volanta dice: “El caso de espionaje – Tensión entre la ciudad y la casa rosada”. Y más abajo: “Montenegro denunció una infiltración”.
Entonces uno recurre a los manuales y se pregunta ¿cuál es la noticia? ¿La Federal allanó un ministerio? Eso es lo que dice el título ¿La noticia es que Montenegro descubrió un ‘infiltrado’? ¿Qué se peleó Macri con Cristina?

No señores, aunque parezca mentira, la noticia es que el juez avanza en la investigación por el espionaje que desde el gobierno porteño se hacía sobre docentes y familiares de las víctimas de la AMIA. Y que el allanamiento lo ordenó la Justicia.

No importa lo que se diga después, o cómo se desarrolle la nota, la primera impresión, lo que queda en la mente, es lo que el “periódico independiente” parece hacer: desviar la atención del punto principal y buscar culpables fuera del (¿su protegido?) gobierno de la ciudad.
Seguramente es una apreciación aventurada de mi parte, pero me parece que las reglas de ética y de estilo se las están metiendo en un recóndito espacio multimediático, muy alejado del diario en su versión papel o digital.

Ojalá me equivoque, y que mañana aparezca la siempre bienvenida fe de erratas.

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