martes, 29 de septiembre de 2009

Reflexiones sobre la Ley de Medios a partir de la opinión del concejal Gnoffo

El equipo de prensa del presidente del bloque de concejales de la UCR de Vicente López, Fabián Gnoffo, envió sus declaraciones a Prensa Libre, acerca de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Gnoffo dice: “Por un lado creo que hay que modificar la ley actual; no es sano que haya un monopolio tan fuerte de parte de los grandes grupos mediáticos, volcada en una opinión casi unánime en muchos medios que pertenecen a una misma empresa”.
“Sin embargo, es muy probable que en este caso puntual no se trate de que haya más libertad de expresión sino de que cambie de manos la monopolización de los medios, y eso sería peligroso”.
El concejal también se refirió a otros actores que deberían formar parte de la discusión: “En este debate deben ser escuchadas también las ONG´s y los medios provinciales y locales, pero mi miedo es que éstos terminen siendo feudos en cada uno de sus lugares, y que se siga girando en torno, por ejemplo, de sindicatos que se hagan cargo de esta representatividad. Sería volver a lo mismo”.
Gnoffo fue más allá al sugerir: “Este proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual debería ser mucho más debatido en el Senado e incluso para ello sería muy sano políticamente que vuelva a la Cámara de Diputados de la Nación”.
A modo de conclusión, Gnoffo opinó: “No queremos una ley de radiodifusión para solamente cambiar el dueño del monopolio”.

En 1983 a muchos, periodistas y no periodistas, nos parecía que la Democracia no podía permitirse funcionar con una ley de medios creada por la dictadura para favorecer a sus amigos, y evitar la participación de la ciudadanía en todo lo que fuera la libertad de expresión que garantiza nuestra constitución nacional.
Ya sabíamos que Videla había llegado a un acuerdo con Clarín, La Nación y La Razón (en 1977) para darles el monopolio de la fabricación del papel para diarios (recordemos la famosa foto de la Noble brindando con el dictador). De ese acuerdo, dejaron afuera, entre otros, a Héctor Ricardo García (Crónica), quien se cansó de denunciar el hecho, al mismo tiempo que Clarín le aumentaba los precios del papel para fundirlo. Recordemos que La Prensa, por entonces propiedad de los Gainza Paz, no quiso participar del acuerdo porque le pareció poco ético. Todo esto figura en libros publicados por varios investigadores (entre ellos Enrique Vázquez, Anguita y Gasparini), en documentos públicos y, más aún, algunos detalles siniestros aparecen en un reciente reportaje realizado a Osvaldo Papaleo, protagonista de algunos de aquellos hechos.
Recordemos que hoy el monopolio le pertenece a Clarín, que se hizo dueño de La Razón y detenta así el 50% de las acciones, y en menor porcentaje a La Nación y al Estado.
A ese monopolio agreguemos Canal 13 (gracias a Menem), radio Mitre, varios cientos de licencias de radio y TV, varios medios gráficos del interior y negocios varios, que ligan a los dueños del papel con todo lo que uno pueda imaginar. Si le agregamos la televisión por cable, las productoras, los canales, etc., el círculo cierra bastante bien. Cuando a la mañana temprano uno de estos diarios dice “a” y sus repetidoras durante todo el día siguen con “a” (incluidos los programas de entretenimientos, de discusión política y de periodismo de los que son dueños), por la noche el pobre ciudadano que recibe el bombardeo del monopolio termina diciendo “a”.
Y qué le vamos a hacer, son las reglas del libre mercado.

Por eso estoy de acuerdo con usted: existe el monopolio y hay que terminar con él.
Pero, y aquí surgen las disidencias, usted teme que se cambie un monopolio por otro…
Si estamos seguros de que el monopolio existe y hay que terminar con él, ¿no debemos hacerlo porque “podría” cambiar de manos? Ese razonamiento ¿no parece un último recurso para evitar el fin del monopolio?
¿Por qué digo esto? Porque ya en 1983, diputados radicales elaboraban proyectos para cambiar esta situación antes descripta, y como por esa ley los medios deben ser controlados por las Fuerzas Armadas se decidió intervenir el CONFER, hasta hoy en manos del Estado por completo. O sea, que si usted tiene miedo que el monopolio pase de una mano a otra, podemos afirmar que hoy sí el control total es del Estado.
Por eso, porque muchos no queremos que el tema de la comunicación esté exclusivamente en poder del Estado o de los monopolios (a los que no les interesa informar, sino sólo ganar más) siempre planteamos que había que darle cabida a las ONG, mejor dicho Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Y seguramente que habrá muchas malas: ¿sindicatos?, ¿iglesias?, ¿fundaciones?, ¿partidos políticos?, ¿bibliotecas?, ¿sociedades de fomento?, ¿cámaras empresarias?, ¿clubes? Ahora tienen prohibido participar en los medios audiovisuales; pero con la nueva ley, mal o bien, tendrán su derecho.

Y como le decía, no es desde hoy que se quiere cambiar esa ley por otra mejor. Calculan que son más de 70 los proyectos presentados desde la época de Alfonsín y siempre fueron cajoneados con distintas excusas. Usted sabe como es eso, cuando los poderosos no quieren, hacen lobby y no hay caso. Después, con Menem, las cosas empeoraron. Y mientras tanto, las radios locales, los periodistas independientes, los sindicatos (locutores, artistas, periodistas, actores, técnicos) comenzaron a preparar los famosos 21 puntos (y nadie les daba bolilla, siempre había cosas más importantes). Al final, alguien del oficialismo se interesó, en base a los 21 puntos armó un proyecto que fue mejorando, y en marzo de este año se presentó. Todos los debates que se hicieron para llegar a los 21 puntos fueron ocultados por los medios, y todos los que se hicieron después, con el proyecto ya presentado, también fueron ocultados. Y en el parlamento, nadie lo discutió. “No tuvimos tiempo para leerlo”, decían, cuando sabemos que los legisladores tienen muchos asesores que les podían haber ayudado en estos años.
Cuando se acercaron las elecciones, los medios decían: “ahora no es el momento porque vienen las elecciones”. Cuando pasaron, los medios decían: “ahora no, porque pasaron las elecciones”. Después: “hay que esperar al próximo parlamento”. ¿Y más tarde qué dirán? ¿Lo mismo que en los últimos 25 años?

No hay nada peor que la ley existente. Lo dice el relator para la libertad de expresión de la ONU: “Este proyecto de ley sigue los principios clásicos de la libertad de expresión y de las relatorías. Hay cuatro relatorías en el mundo. La de las Naciones Unidas, la de la OEA, la de Europa y la de Africa. Y las cuatro relatorías han coincidido históricamente en la necesidad de diferenciar los tres segmentos de comunicación comercial, comunitaria y pública estatal. Este proyecto de ley lo que está haciendo es traducir la doctrina de derechos humanos a una ley, a una guía. Y me parece muy bien.”
Lo dicen todos los periodistas que no están comprometidos con los multimedios. Por el contrario, están en contra todos los periodistas que tienen contrato con los multimedios. Qué sugestivo, ¿no?
Lo dice Hermes Binner: “Tenemos que partir del presupuesto de que esta ley es sustancialmente superior a la ley que existe hoy", y destacó que se haya podido "separar a las telefónicas" del negocio ya que podría "empañar el funcionamiento de los medios", y que en el nuevo proyecto "va a haber un cuerpo colegiado" en lugar de un interventor, y que habrá "regulación de la pauta oficial". Lo dice quien esta semana acaba de ganarle al peronismo en su provincia.
Es que parte de la premisa lógica de que lo que es bueno hay que aceptarlo, no importa si viene de alguien que no piensa como uno.

No sé qué ofrecen los multimedios para evitar que se apruebe la ley, pero les tengo miedo. Ellos contribuyeron en mucho para que lo voltearan al presidente Illia, ¿se acuerda? ¿Y en el ’76? Mire las tapas de algunos diarios de marzo de ese año. Contribuyeron, otro poco, para que cayera Alfonsín… A Menem lo apoyaron, hasta que les dio todo lo que querían… y descubrieron a un De la Rúa más maleable. A Duhalde le sacaron la ley “de industrias culturales” que los salvaba de la quiebra. A Kirchner lo apoyaron hasta que les dio el cable…

Puedo estar equivocado, pero si no aprovechamos esta oportunidad, hasta los medios locales del barrio más apartado van a estar en manos de los monopolios. Y después, cuando no exista ninguna voz disidente, a algunos les darán trabajo allí, para que digan lo que en el momento oportuno sirva a sus intereses.
Puedo estar equivocado, pero como a usted, me asusta que tanta gente piense de acuerdo al bombardeo unidireccional de los grandes grupos; es demasiado parecido al “miente, miente que algo queda”… Creo que lo dijo un alemán. Y me parece que no se llamaba Goethe ni Beethoven.

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