martes, 25 de agosto de 2009

La madre patria

Por Ezequiel Fernández Moores


Imposible de evitar, esta es la última nota del periodista que más sabe de los negocios del deporte. Está en http://www.canchallena.com/1166648



El dictador miraba fútbol por TV. Casi encajonado en un silloncito veía uno tras otro los partidos del Mundial de Alemania 74. Tenía 81 años y sufría de Parkinson. El "generalísimo" Francisco Franco, que llevaba casi cuatro décadas mandando en España, contrajo en esas horas una tromboflebitis que agravó sus dolencias e hizo más cruel la larga agonía, hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975. Dice casi textual el informe del médico Ramiro Rivera: la tromboflebitis seguramente se debió al hecho de "haber estado tanto tiempo sentado" en un "sillón bajo, durante todo el fin de semana, viendo los partidos de fútbol del Campeonato del Mundo" de 1974. Franco, por supuesto, miraba fútbol por TV abierta.

No eran tiempos del cable, de TV codificada y, mucho menos, del sistema de Televisión Digital Terrestre (TDT). Es la sigla de moda en España. Los hinchas buscan desesperados los decodificadores porque este fin de semana comienza la "Liga de las Estrellas". El TDT de pago es un negocio inicial estimado en 5.000 millones de euros. Es el nuevo capítulo de la cruenta batalla política y económica por el negocio de la televisación del fútbol en España. A su lado, el capítulo argentino parece casi un juego de niños.
Los nuevos decodificadores cuestan cerca de 80 euros (unos 440 pesos). Y el abono mensual otros 15 euros (82 pesos). Aquí, en cambio, no se precisan decodificadores ni abonos. Iniciamos la nueva era del fútbol por la TV pública. Como Franco, pasamos el último fin de semana sin movernos frente a la tele, con inéditas trasmisiones en vivo de partidos completos, uno tras otro, con emociones fugaces y largos minutos de aburrimiento. Fútbol en tiempo real. Un mismo partido trasmitido simultáneamente por dos canales distintos. Y los goles inmediatamente en todos lados. Del abuso del monopolio pasamos al abuso de la imagen. Es lógico. La exclusividad que se creía eterna había acumulado mucha indignación. Por eso, el primer fin de semana del nuevo sistema fue inevitablemente invasivo. Casi faltó que Nickelodeon o el canal Gourmet se sumaran también a la trasmisión de los goles. Ya llegará el momento en el que el fútbol volverá a su lugar habitual, amado en los momentos de amor y pasión. Y odiado en los de trampas y violencia. La semana pasada hablamos de los casos de Silvio Berlusconi en Italia y de Rupert Murdoch en Inglaterra. De cruces entre negocios públicos y privados, de presiones políticas y de monopolios y extorsiones mediáticas. Ambos, lejos del modelo alemán, un sistema de trasmisión mixto, más democrático y menos ostentoso y que ya fue descripto en un artículo anterior. España, la otra liga top que completa esta serie, ofrece acaso el fenómeno más complejo. Un decreto gubernamental de último momento, sancionado a sólo días del inicio de la Liga, lanzó a los aficionados en busca de los decodificadores que les permitan ver a Lionel Messi y a Cristiano Ronaldo. Son goles que suelen abrir puertas para otros grandes negocios, que no siempre se reflejan en el balance de un canal.

La batalla de la tele en España lleva varios años. El libro "La Guerra ‘Incivil’ del Fútbol", de 1997, cuenta que el conservador José María Aznar, presidente del gobierno español de 1996 a 2004, se alió con Telefónica y buscó quitarle los derechos exclusivos del fútbol al Grupo Prisa, editor del diario El País, y cuyo negocio en la televisión de cable había crecido unos años antes, al amparo del socialista Felipe González. El libro habla de políticos y empresarios poderosos, de jueces amigos, decretos de necesidad y urgencia y de dineros obscenos. "Huele, huele dinero fresco", llega a decir un presidente de club a otro, fascinado por los nuevos y millonarios contratos de la TV. Lejos de usar esos nuevos dineros para achicar el rojo, los clubes españoles están hoy más endeudados que nunca. La guerra de la TV se reabrió hace dos años. El nuevo gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, ya no tan a gusto con el poder de Prisa, propició el nacimiento de Mediapro, una cadena más amiga. Socia inicial de Prisa, Mediapro rompió el pacto y comenzó a comprar uno a uno los derechos de TV de 39 de los 42 clubes de Primera y Segunda división. Pagó unos 160 millones de euros anuales a Barcelona. Otros 160 millones a Real Madrid. Valencia acordó 241 millones por cinco años. Mallorca 75 millones. Las trasmisiones en abierto de Mediapro en la última Liga liquidaron al cable de Prisa. Las partes renegociaron cómo repartirse la torta. Pero un real decreto ley dictado hace dos semanas por Zapatero fue un nocaut para Prisa. El sistema TDT era originalmente gratuito por ley. Ya no. Mediapro, por ejemplo, puede abrir canales de pago en su TDT para trasmisiones especiales. Y su TDT de pago (Gol TV) tendrá mejores partidos que la de Prisa (Canal + Liga).

Juan Luis Cebrián, hombre fuerte de Prisa, escribió la semana pasada un editorial furioso en El País y despotricó a través de la Cadena Ser (también del mismo grupo). "Decreto anticonstitucional; intervencionismo descarado, inmoral e inadmisible; el gobierno quiere doblegar a los medios independientes y favorecer a sus amigos; la ideología no es ninguna frontera para la incompetencia y tampoco para la corrupción e inseguridad jurídica". Inédito para quienes recuerden el fuerte vínculo de El País con el socialismo en España, Cebrián llegó a decir que el gobierno de Zapatero había tenido un comportamiento "propio de una república bananera". La mayoría de los mensajes de los lectores del diario rechazaron las críticas. Recordaron que El País jamás se quejó cuando recibió "favores" anteriores de Felipe González y hablaron de "decretos que son buenos cuando benefician pero malos cuando perjudican". Otro lector aconsejó: "cuando fuiste martillo no tuviste clemencia, ahora que eres yunque ten paciencia". A los periodistas no nos resulta fácil el trabajo cuando la información cruza negocios de las empresas de prensa. La credibilidad sufre como nunca. No sólo en España.
El caso español, con todas sus diferencias, puede resultarnos más cercano de lo que creemos. Mediapro, el nuevo grupo beneficiado con el negocio de la televisación del fútbol en España, creó en 2007 la firma Umedia Sports Advertising para explotar la publicidad de los clubes en las trasmisiones de los partidos. Su socio en Umedia es Santa Mónica Sports (SMS). Santa Mónica, vinculada con la Federación y la Liga de Fútbol de España, se define como "líder del marketing deportivo". Sus negocios llegaron a la Argentina. En 2007, SMS compró a Puntogol y se convirtió en el nuevo "agente comercial exclusivo" de la AFA. En el momento del acuerdo, el diario Página 12 habló de "un negocio estratégico que puede cambiar la relación de la AFA con la televisión" y dijo que SMS tenía ya intenciones de "quedarse con los derechos del fútbol televisado". Más aún, SMS, según cuentan, llegó a ofrecer 100 millones de dólares anuales por los derechos de TV. Fue en 2007, cuando la AFA exigía más dinero a Torneos y a Clarín. El presidente de SMS, Jesús Samper, sabe lo duro que suelen ser estas batallas. La de los ’90 en España, por ejemplo, le costó su puesto de secretario general de la Liga Profesional de Fútbol (LPF), la entidad que agrupa a todos los clubes. Samper tiene hoy gran relación con Angel Villar, el Julio Grondona de España. Villar también es vicepresidente de la FIFA, pero en la Federación española (RFEF) lleva en el poder seis mandatos y 21 años, nueve años menos que su amigo de Sarandí.


Del TDT de pago de España al "fútbol para todos" argentino hay fórmulas intermedias. Sueños al margen, el fútbol enteramente gratuito no durará mucho si, como se afirma, el Estado abre el juego para no quedar como dueño exclusivo del nuevo negocio. ¿Será Santa Mónica uno de los primeros interesados en subir al escenario, como especuló la revista de negocios Fortuna una semana atrás? Por ahora, son tiempos de puro fútbol y pantallas y dineros (públicos) generosos. Tiempos de TV pública como nueva dueña del juego y de canales privados obligados a ofrecer un poco más de show, con Jorge Rial en América y el Bambino Veira en el 13. Los que ayer eran socios hoy son enemigos. Y los viejos enemigos ahora son socios. En el viaje, se sabe, los bultos se acomodan solos. Bien podría decirlo el ex menemista Marcelo Araujo: "¡estoy crazy Macaya!".

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