Para los denominados "grandes medios de prensa", la garantía de la libertad de prensa es que ellos puedan estar en la calle con las mayores ventajas posibles, y que la agenda que proponen sea la que se discuta en el país.
Y esta simple constatación de una realidad diaria va ligada a una larga serie de privilegios que esos "grandes medios" fueron obteniendo a través del tiempo, y de los que aún gozan, y que alguna vez puede ser objeto de otra nota
Ayer secuestros, hoy violaciones, mañana accidentes de tránsito, pasado violencia escolar, la siguiente semana D’Elía y así sucesivamente, buscando temas resonantes y retransmitiéndolos a través de sus cadenas de radios, revistas y canales de TV por aire y cable, van diciendo lo que tenemos que pensar, mientras ellos embolsan sus ganancias basadas en leyes propiciatorias y monopolios acrecentados a través de sucesivos gobiernos, con multimillonaria publicidad oficial y de grandes cadenas comerciales.
Por supuesto, quién puede dudar de que -como toda empresa comercial- se deben a sus clientes (que no son los lectores, que sólo aportan un mínimo de sus entradas). El que quiera conocer a quién responden, sólo tiene que hacer el cálculo de los que ponen más plata en sus avisos.
Frente a esto, existe una alternativa: la prensa independiente, generalmente local o de pueblos del interior, la más pequeña, la que no vive sólo de la propaganda oficial o de las grandes cadenas, la que tiene como anunciante al vecino común.
Ése, con todos sus defectos y carencias, es el último refugio ante el discurso único, ante la mirada parcial sobre la realidad.
Pequeñas radios de baja frecuencia, periódicos semanales o mensuales, revistas, que ofrecen otras visiones, otros aspectos de la vida social. Que difunden la verdadera vida del vecino, mostrando cosas buenas y malas, pero dando lugar al disenso verdadero y al debate de opiniones, con participación de lectores, oyentes o tele espectadores.
En ese modesto espacio, desde el cual se puede desafiar con ventaja a cualquier sucursal de multimedio, junto a muchos otros, también está Prensa Libre, al servicio de sus lectores.
Cuidar ese espacio, tal vez el último refugio, es responsabilidad de todos
Continuará
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