martes, 28 de septiembre de 2010

Lidia Papaleo: “Me da pena que haya gente que siga apostando a la mentira…”

Julio César Saguier es el presidente del directorio del diario La Nación. En tal condición tiene varias demandas e investigaciones sobre temas impositivos y contables, pero ahora tiene una preocupación mayor: la supuesta obtención de acciones de Papel Prensa conseguidas con el apoyo y consentimiento del gobierno de facto de 1976. Y esos son crímenes de Lesa Humanidad, que no prescriben como cualquier otro delito; por esos crímenes, él y los directivos de los otros diarios acusados por haber obtenido la planta de papel para diarios, mediante la presión, la tortura y hasta el asesinato, pueden ir presos.

Lo extraño es cómo se defiende: el poder ejecutivo le pagó dos millones de dólares a Lidia Papaleo para que contara una historia mentirosa. Y afirma que ella misma se lo dijo. Por supuesto sin testigos. Por supuesto fue desmentido claramente por Papaleo.

Caramba, que la prensa “independiente” se preste a semejante acusación es algo serio. Aquellos que publicaron sus declaraciones deben estar muy seguros de lo que dice, porque de no ser así, sólo cabe pensar que son tan miserables, como cualquiera que acuse sin pruebas a una víctima de la dictadura más feroz que dominó a los argentinos.

Es cierto que La Nación apoyó de cabo a rabo a la sangrienta dictadura. Es verdad que no sólo callaron durante los años de plomo, sino que además hicieron prensa para engañar a sus lectores, como muchos grandes medios de la época; pero no asumir sus responsabilidades y atacar a ciegas y a locas sin presentar pruebas es casi una demostración de culpabilidad increíble. Es además una demostración cabal de no tener argumentos valederos para mostrar. Sólo chicanas jurídicas como las que presenta diariamente el Grupo Clarín para atrasar, nada más que atrasar, la aplicación de las leyes de la república.

¿Y éste era el periodismo de primer nivel de la Argentina?
¿Estos eran los que daban clase de objetividad y libertad?
¿Es posible que hayamos estado ciegos durante tanto tiempo?
¿Por qué algunos políticos siguen defendiendo a estos personajes como si fueran sus hijos?

¿No dan un poco de lástima?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La Nación y sus enredos periodísticos

Para escribir un artículo de análisis, aun una nota de opinión, no es suficiente el “yo creo”, de esas típicas manifestaciones de deseos políticos, de esas ganas de expresar convicciones personales, que es común observar en los que recién se inician en la profesión periodística.

Un periodista avezado, en cambio, no da opinión directa sino que presenta hechos, los desmenuza, los muestra desde distintos ángulos y finalmente sugiere sus explicaciones, aunque deja abiertas interpretaciones diferentes, como para que sea el lector el que extraiga contenidos propios y llegue a conclusiones que armonicen con sus conocimientos y creencias previas.

Esto dicho rápidamente y sin demasiada precisión, es la esencia del periodismo, con el que generalmente se concuerda en la profesión y es lo que con matices se enseña en cualquier escuela.

Pero la realidad es otra, cuando el periodismo se ejerce, no desde un medio informativo sino desde uno político partidista, donde se intenta convencer al lector de las bondades de una postura o de una idea, donde la intencionalidad no es informar con más o menos objetividad (dentro de lo que permiten las reglas del dueño del medio o de los prejuicios del periodista).

Y no es criticable que esto sea así. Lo criticable es que se trate de engañar al lector, tratando de hacerle creer que un medio es meramente informativo y que no intenta convencer de que A es mejor que B. Porque un periódico partidista que pone en su tapa a qué grupo pertenece es totalmente leal a sus lectores, que estarán avisados de qué clase de información obtendrán allí.

Y con esta sucinta explicación vamos al punto. Los grandes medios de prensa que hoy se presentan como “independientes” y “al servicio de la libertad de prensa”, son representantes de determinados intereses. En la época en que un diario era sólo eso, cuando no conformaba un grupo con intereses en las finanzas, la industria, el campo y el espectáculo, por ejemplo, se podía creer que así fuera. Respondía a los intereses del diario, que tenía un lema y una característica, que podía ser más grande o más chico, pero que tenía que sostenerse a sí mismo y nada más y que lógicamente debía velar por sus intereses para sobrevivir.

Por ejemplo La Nación, desde sus comienzos fue, según su fundador, Bartolomé Mitre, una “tribuna de doctrina”. Siempre expresó un ideología, la del poder real, la del establishment. Desde sus páginas defendió a los grandes ganaderos y terratenientes (y allí estaba concentrada la mayor información sobre ellos), a los grandes grupos económicos industriales, financieros y de servicios, y desde ese postura daba indicaciones sobre cómo se debía gobernar y cuáles eran las mejores medidas para favorecer los intereses de los sectores que representaba. Eso se llama trasparencia. Uno leía La Nación y sabía cuánto le quedaba a un gobernante que no acatara las reglas que se imponía desde sus páginas. Y no es que fuera La Nación el poder, era simplemente la voz del poder, la que expresaba lo que el poder necesitaba en cada momento. Y eso fue así por los años y los años, y aún hoy conserva su lema, para conocimiento de sus actuales lectores.

La diferencia entre épocas pasadas y más actuales está en el profesionalismo. La Nación supo rodearse de grandes plumas, que tenían libertad para expresar su pensamiento o su arte sin interferencias (Rubén Darío o José Martí son cabales ejemplos), podía contar con excelentes periodistas, con visiones personales y escritura de primera. Hasta hace poco se distinguían Tomás Eloy Martínez, Mario Diament o Fernández Moores, entre otros.

Pero eso fue cambiando con el tiempo y en la actualidad da realmente pena leer sus páginas. Quien esto escribe, un fanático del diario desde la década del ’60, ve con nostalgia cómo los intereses económicos son determinantes en la profesionalidad del medio. Por supuesto, quedan excepciones, cada vez menos, pero francamente, las notas principales dan, como suele decirse, vergüenza ajena.

Un ejemplo de ello son las notas de Morales Solá, que si bien nunca se caracterizó por la claridad y agilidad de su escritura, podía permitirse, hace años, algunos análisis de la realidad de cierto interés y que aportaban elementos al lector.

Hoy, leo con estupor en su editorial del lunes, donde trata de vincular la actualidad política a los problemas de salud del diputado Néstor Kirchner, que éste tuvo un “enredo de las arterias”, que tiene “aspecto de un hombre frágil” y: “Ya era antes un político débil” (…) “con signos inexplicables de cierto envejecimiento”. Todo esto como explicación de un problema de salud y sus antecedentes es, por lo menos, bastante pobre.

Luego habla de “cierta debilidad de su cuerpo enorme” y cuenta, ya uniendo lo político a lo enfermizo: “nunca permitió que el protocolo lo cuidara ni que los médicos lo curaran”. “Tomaba café cortado con una gota de leche y dosis frecuentes de cafiaspirina…” ¿Será esto el tan mentado “nuevo periodismo”, donde se combina literatura y realidad.

Al momento devela un detalle exclusivo: “Aporreaba una pelota mientras jugaba al fútbol” (¡esto sí que es fuerte!). Y pasa a relatar un aspecto supuesto de su personalidad: “célebre por no respetar ningún límite”.

Hasta aquí ningún hecho sólo afirmaciones sueltas que más se parecen a una expresión de deseos y pareceres que a otra cosa.

Luego vierte un verdad de perogrullo: “la inmanejable salud le advirtió que ella es más poderosa que él”, para luego contarle al lector cómo él odia al personaje: “Tiene la precisa información de las debilidades humanas para coptar, promover cambios o, eventualmente, para comprar”.
Y colocando a su personaje en lo más bajo del espectro político asegura: su situación de disfavor podría ser inmodificable”, brinda su saber de primera mano sobre la provincia de Buenos Aires: “comenzó la sublevación del conurbano bonaerense, explícita o soterrada”. Otra afirmación fuerte que demuestra su saber.

Pero al final, lo que faltaba, la frase literaria final que justifica al artículo y lo hace inolvidable: “El peronismo siempre aspirará a destinos más luminosos de poder que los que presagian esos quebrantos políticos y corporales”.

Si éstas son las plumas de la derecha argentina, si éste es periodismo de los grandes medios… sólo queda una conclusión a la altura de tanto talento: Grupos mediáticos hegemónicos, ¡están en el horno!

viernes, 10 de septiembre de 2010

Las ventas de Clarín no paran de caer

El estilo amarillista de Clarín ha saturado a sus lectores, lo que se refleja en la caída permanente de las ventas.

La tendencia indica una caída irreversible. En el primer semestre, el diario de Magnetto perdió 32.000 ejemplares, mientras que La Nación tuvo un repunte después de cuatro años consecutivos de descenso. Otro que no para de caer es Perfil: en su tercer año con caída en las ventas de la edición del domingo, y ahora también empieza a perder ventas los sábados. Por el contrario, el Diario Popular ratifica su crecimiento año tras año.

El análisis llevado adelante por la publicación Diario sobre Diarios acerca de las ventas del primer semestre del 2010 muestra que los diarios de mayor tirada están en un declive que parece irreversible.

Según DsD, los diarios Clarín y La Nación, y el periódico Perfil, vendieron menos ejemplares durante ese período que en el mismo período del año pasado, mientras que el Diario Popular logró aumentar su posición en el mercado de un año a otro. Esto demostraría que la caída de esos diarios no se fundamenta en una crisis generalizada del consumo de medios gráficos, sino que están perdiendo parte de sus lectores tradicionales.

Las ventas de Clarín y La Nación vienen cayendo desde el 2006, al contrario del Diario Popular, que desde el 2007 viene incrementando su circulación interanual. En el caso de Perfil, tomando en cuenta su edición dominical, que es la más vendida, este es su tercer semestre consecutivo con caída de circulación. Sin embargo, la edición del domingo de La Nación ha experimentado un crecimiento en las ventas. El análisis de DsD se basó en las cifras que mes a mes difunde el Instituto Verificador de Circulaciones (IVC).

Clarín, en caída libre
En la comparación interanual, el diario de Magnetto tuvo una caída pronunciada de más de 32.000 ejemplares -9,1 puntos porcentuales de un año al otro- mucho más profunda que la sufrida por La Nación, que cayó apenas 0,7 puntos porcentuales respecto del año pasado. Por el contrario, Diario Popular logró incrementar su circulación.

Clarín perdió 44.000 ejemplares en seis meses, registrando una circulación de 300.837 ejemplares en junio, cuando en enero de este año vendió 344.945 ejemplares. El gran diario argentino es el único que experimentó esa caída, ya que tanto La Nación como Diario Popular vendieron en junio cifras similares a las de enero.

En el Grupo Clarín se encuentran preocupados por la permanente caída en las ventas, reconociendo el poco profesionalismo con el que han manejado el enfrentamiento del holding con el Gobierno nacional, y ahora intentan neutralizar la tendencia a partir de una “leve distensión”, suavizando su habitual nivel de agresividad.

Según DsD, “desde 2008 Clarín no supera la ‘barrera’ de los 400 mil ejemplares. En 2006 esa cifra fue su ‘piso’, pero en 2008 se convirtió en su ‘techo’. Este año se profundizó la tendencia: ni se acercó a los 400.000 ejemplares y en junio, casi cae por debajo de los 300.000, en lo que sería un dato inédito.”
También destaca que “el peor mes para Clarín fue junio, cuando vendió sólo 300.837 ediciones promedio de lunes a domingo. En este período, tuvo un fuerte peso en la agenda informativa el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Aún con ese tema “vendedor” y con la cantidad de portadas que el diario le dedicó, fue su peor mes de circulación en 2010.”

La Nación y Perfil, también en baja
Aunque en menor medida, La Nación y Perfil también vienen sufriendo una permanente caída en sus ventas. En el caso de La Nación, el promedio semestral del matutino se ubicó en los 151.415 ejemplares promedio, por debajo de 2009 (152.426), de 2008 (158.786), de 2007 (159.026) y de 2006 (168.898).

El periódico Perfil tuvo su tercera caída semestral consecutiva, tomando en cuenta su edición del domingo, que es la más vendida. Su promedio semestral fue de 51.432 ejemplares promedio semanal, por debajo de lo obtenido en 2009 (56.495), 2008 (64.546), 2007 (66.591) y 2006 (56.707).

A contramano de estas tendencias, Diario Popular viene mostrando cifras ascendentes. Su promedio semestral se ubicó en los 91.317 ejemplares, por encima de la media de 2009 (88.640).
Publicado por El Noticialista

lunes, 6 de septiembre de 2010

Papel Prensa, empresarios despojados y políticos despistados

El accionar de Clarín y La Nación cuando se quedaron con Papel Prensa es similar a los más de 600 casos denunciados de apropiación de empresas, terrenos y valores de empresarios argentinos, durante la dictadura genocida de 1976-1983.

El caso paradigmático es el de los empresarios Miguel y Federico Gutheim, que fueron secuestrados el 5 de noviembre de 1976 y quedaron “a disposición del Poder Ejecutivo Nacional” porque Martínez de Hoz estaba negociando créditos con el gobierno de Hong Kong, y estos importadores y exportadores de algodón estorbaban en los negocios. Cinco meses de cautiverio hicieron que los Gutheim firmaran lo que pretendían los represores. Es por ese delito que hoy está detenido el ministro de economía de la dictadura. José Martínez de Hoz.

Tal vez sería muy sencillo volcar todas las responsabilidades de las acciones aberrantes cometidas durante el período 76-83 en sectores militares que actuaron más allá de la legalidad. Pero si se tienen en cuenta todos los golpes producidos en esos años en América, y la posterior implementación de políticas neoliberales que dejaron en la miseria por décadas a estos países, es claro que existió un plan, fundamentalmente económico, que necesitaba acallar las voces de protesta; en el medio, el afán desaforado de los grupos económicos, y la impunidad, permitieron que grupos civiles se quedaran con las propiedades y de los dineros de los empresarios que no estaban en su círculo privilegiado.

Y todo eso no podrían haberlo logrado si la prensa no hubiera acompañado, si los diarios hubieran denunciado los crímenes en vez de disimularlos, si los periodistas un hubieran llamado, a pedido, “enfrentamiento”, a lo que era un asesinato sin atenuantes. Por eso, parece cada vez más notorio que la guerrilla (tal vez de no existir la hubieron creado) fue una excelente excusa para lanzarse a tomarlo todo, con parte de la sociedad adormecida, cómplice o temerosa (elija el término que más le guste), que hoy intenta disimular su conciencia aceptando los reclamos de ‘olvido’, que por lo general provienen de los cómplices activos y verdaderos

No se trata ya de los robos de valores en las casas de las familias secuestradas, hasta de las propiedades, como quedó demostrado en varios juicios y condenas subsecuentes. También se produjo el robo de campos, empresas y valores de empresarios que, simplemente, cayeron bajo el interés, la avaricia e impunidad con que contaban algunos grupos económicos en combinación con el poder militar.

Esto también está demostrado en los más de 600 casos que ya han sido denunciados y algunos con causas avanzadas, aunque como bien se sabe, de lento caminar por la justicia, acaso temerosa de destapar viejas ollas donde aparecen nombres de encumbrados personajes que podrían, incluso, arrastrar en su caída a otros que hoy ocultan su pasado en esos años.
Tal como fue relatado, no ahora, sino durante largos años, sin que los medios concentrados le prestaran la menor atención, y sin que los periodistas investigadores “independientes” se dieran por enterados, estas maniobras turbias existieron, y algunas de las víctimas, con dolor y paciencia infinita siguen su difícil camino de tratar de lograr justicia por sus pérdidas y humillaciones, después de años de impunidad y de vergüenza.

Allí está Daniel Paskvan (foto), un prominente empresario, que perdió durante la dictadura sus fábricas de Roque Pérez y Lobos, y las acciones de otra empresa en Santa Fe. “Vino la policía y nos dijeron ‘estos son los nuevos dueños’. Nos despojan de todo, de la empresa avícola y la fábrica de alimentos balanceados de Roque Pérez y Lobos, de un depósito en Capital Federal y de varios vehículos. Parecía una película. Todo el personal con uniforme de combate rodeando la empresa en el medio del campo. En ese momento ningún escribano nos quiso hacer un acta en que figurara que teníamos la empresa tomada por el ejército”, recordó en una entrevista con el diario Tiempo Argentino.

O el caso de Carlos, Alejandro (foto) y Rodolfo Iaccarino empresarios lácteos que fueron secuestrados y torturados hasta que “decidieron” vender sus campos en Santiago del Estero y su avión privado con un valor de 120 millones de dólares. A cambio, la familia recibió tres documentos valuados en alrededor de 300 mil dólares y la escritura de una cancha de golf del Sierras Hotel de Alta Gracia, que actualmente se encuentra en manos del Alta Gracia Golf Club y que aún reclaman.

Los detalles de estos casos son tan siniestros, y tan similares a los de Lidia Papaleo y a los otros más de 600 en danza, y que hoy todavía producen escalofríos.
Los beneficiarios todavía están impunes y, seguramente, los importantes abogados, que los acompañan presentaron y presentarán todas las chicanas posibles que les permitan extender aún más los tiempos.

Muchos tendrán suerte porque los casos prescribirán. Lamentablemente para ellos, en el caso de Papel Prensa, si la justicia al fin comprueba que la apropiación es tan real como las torturas que sufrió Lidia Papaleo, que el apoyo de los genocidas fue a cambio de no publicar los asesinatos, los secuestros y los robos que se estaban produciendo, los dueños de esos medios “independientes” terminarán en la cárcel.

¿Qué harán entonces esos políticos que hoy los defienden como si fueran sus hijos?

¿Qué hará por ejemplo Carrió, con su verborragia apocalíptica? ¿Dónde meterá su amor por Magnetto, a quien quiere levantarle un monumento?

¿Cómo justificarán su apoyo a un grupo de medios de prensa monopólicos que callaron cuando otros denunciaban, que ocultaron cuando otros trataban de informar?

Hoy mismo, ¿con qué argumento pueden negar que si se hubieran opuesto de verdad al genocidio, como lo hicieron The Buenos Aires Herald, o La Arena de La Pampa, o hasta La Prensa mencionando alguna vez a los desaparecidos, la dictadura hubiera caído antes, los muertos hubieran sido menos y la sociedad no hubiera sufrido tanto?

Por eso da lástima en algunos casos, repugnancia en otros, esta defensa de la corporación mediática, sin sentido ni valor moral, que llevan adelante algunos políticos. Sólo por un interés partidista mezquino, para atacar a su supuesto enemigo se alían con el mayor sostén de la dictadura.

¿Por qué si son sinceros, con el mismo ardor no defienden a los empresarios robados o a la propia Lidia Papaleo?
¿Será verdad que con esa actitud están comprando una foto de tapa, una entrevista televisiva, un llamado de una radio bien temprano?

viernes, 3 de septiembre de 2010

Rotemberg, Graiver y los años de plomo

Abrasha Rotenberg (casado con la cantante Dina Rot y padre de la actriz Cecilia y del músico Ariel), colaboró con Jacobo Timerman desde los inicios del diario La Opinión, más que nada en aspectos económicos, y hasta llegó a dirigirlo por algunos meses. Después del golpe de 1976 se fue a vivir a España donde, entre otras actividades, en 1998 escribió un libro, “Historia confidencial” (Sudamericana 1999), donde ofrece su visión de los sucesos vividos en la Argentina entre 1970 y 1977, y pormenores de la actividad de La Opinión.

Entre diálogos con importantes protagonistas de la época y entretelones poco conocidos de esos años, el libro detalla su relación con David Graiver y cuenta los sucesos que derivaron en el secuestro, detención y muerte de los miembros del grupo.
Un testimonio poco recordado, pero que por estos días coincide con la oscura historia de Papel Prensa.

En un capítulo donde deshecha la acusación de la dictadura sobre el origen de los fondos de La Opinión, recuerda la acción de la Conarepa “un organismo inventado ad hoc para apoderarse de patrimonios de origen ilícito, confiscaron nuestros bienes personales, nos inhibieron de disponer de ellos, se apropiaron de las acciones de ambas sociedades, determinaron nuestra ruina económica y ejercieron toda clase de arbitrariedades para perjudicarnos”.

Relata luego cómo “con la excusa prefabricada de supuestos vínculos financieros con la guerrilla”, fueron encarcelados: “Jacobo Timerman (3 años); Isidoro Graiver, hermano de David, totalmente desvinculado de sus negocios, y Lidia Brodski, su esposa (cuatro años); Lidia Papaleo, viuda de David Graiver (que había fallecido en agosto de 1976), cuatro años; los padres de David e Isidoro, los suegros de Isidoro… La lista creció con el encarcelamiento de numerosos funcionarios o colaboradores de las empresas Graiver, amigos personales y otros damnificados incluidos por error o malicia. Todos fueron reiteradamente torturados y humillados con crueldad y alevosía.”

Y este importante testimonio, del que todavía no se habló demasiado, prosigue con los asesinados: “La lista es amplia, pero solo voy a nombrar a dos como símbolos dolorosos y cercanos de una experiencia cruel. El primero Edgardo Sajón, secuestrado por sospechoso de representar imaginarios nexos entre La Opinión y un sector del ejército, asesinado bajo tortura; el segundo el doctor Jorge Rubinstein, asesor legal de David Graiver, quien ingenua y voluntariamente se presentó ante las autoridades para dar explicaciones sobre los negocios de su cliente, muerto durante una sesión de tortura.”

Hoy, dice Rotemberg en 1998, los funcionarios de la Conarepa, los torturadores y los militares que encarcelaron a inocentes, circulan libremente por las calles. “El jefe del comando que secuestró a los Born, el ex líder juvenil Jorge Galimberti, y Jorge Born, uno de los hermanos secuestrados (también vendrían los negocios con Susana Giménez y el condenado padre Grassi), se estrechan en cálidos abrazos sobre las tumbas de David Graiver, Edgardo Sajón, Juan Graiver, Enrique Brodski, Jorge Rubinstein, y tantas víctimas derivadas del secuestro, mientras planean negocios lucrativos ante la mirada del establishment que los ha aceptado, o calla.”

Luego de señalar las “delirantes fantasías de un sector antisemita de las FF.AA. (que) inventaron supuestos planes del judaísmo internacional para apoderarse del país”, concluye el capítulo con un párrafo que, hasta estos días era la triste realidad: “Todos contemplaron la injusticia en absoluto silencio, algunos por conveniencia, otros por cobardía, la mayoría por pasiva complicidad.”

miércoles, 1 de septiembre de 2010

“El traspaso de Papel Prensa a los tres diarios porteños distorsionó el mercado editorial”

Publicado el 30 de Agosto de 2010 por Tiempo Argentino
Editor del diario La Arena (La Pampa).

Aunque hoy parezca un cuento de ciencia ficción, en octubre de 1978 los diarios Clarín, La Nación y La Razón tuvieron que irse de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) por los fuertes cuestionamientos y críticas que recibieron de los diarios del interior. El motivo no era otro que la transferencia de Papel Prensa, la única fábrica de papel para diarios del país, a manos de los tres diarios porteños, que implicaba una enorme distorsión en el mercado editorial.
Debe recordarse que todos los diarios del país habían sido obligados, por un decreto de Onganía de 1969, a aportar durante varios años el 10% de sus compras de papel al exterior para un fondo destinado al proyecto de la fábrica.
Los diarios se indignaron, y con razón, porque estaban obligados a pagarle a Papel Prensa “el papel más caro del mundo”. En esos años se castigaba la importación de ese insumo con un altísimo arancel del 70%, muy superior al de artículos suntuarios como el whisky.
Con esa protección del Estado, y otras (generosas reducciones impositivas y tarifarias), Papel Prensa se sentía autorizado a descargar contra los diarios “colegas” del interior una política de precios y de cupos que muy poco tenía que ver con la meneada “transparencia del mercado”, al obligarlos a pagar un precio abusivo en el país o a comprar en el exterior con una enorme carga arancelaria.
Declarar de interés público la provisión de papel a los diarios es una medida de gobierno acertada, porque apunta a garantizar un trato igualitario en precio y condiciones de pago a todos los diarios del país, independientemente de sus dimensiones y ubicación geográfica. Quienes se oponen a esta decisión por “intervencionista” y porque “distorsiona” el mercado, nada han dicho acerca de la intervención del gobierno militar en la transferencia de Papel Prensa a los tres diarios capitalinos, ni de las maniobras monopólicas que durante tantos años ejerció la empresa en forma abusiva en perjuicio de la mayoría de los diarios del país.
También resulta positivo que el Congreso estudie y sancione el marco legal más adecuado, y que la justicia investigue la oscura historia de Papel Prensa, que recién ahora comienza a ser conocida por el gran público.