viernes, 3 de septiembre de 2010

Rotemberg, Graiver y los años de plomo

Abrasha Rotenberg (casado con la cantante Dina Rot y padre de la actriz Cecilia y del músico Ariel), colaboró con Jacobo Timerman desde los inicios del diario La Opinión, más que nada en aspectos económicos, y hasta llegó a dirigirlo por algunos meses. Después del golpe de 1976 se fue a vivir a España donde, entre otras actividades, en 1998 escribió un libro, “Historia confidencial” (Sudamericana 1999), donde ofrece su visión de los sucesos vividos en la Argentina entre 1970 y 1977, y pormenores de la actividad de La Opinión.

Entre diálogos con importantes protagonistas de la época y entretelones poco conocidos de esos años, el libro detalla su relación con David Graiver y cuenta los sucesos que derivaron en el secuestro, detención y muerte de los miembros del grupo.
Un testimonio poco recordado, pero que por estos días coincide con la oscura historia de Papel Prensa.

En un capítulo donde deshecha la acusación de la dictadura sobre el origen de los fondos de La Opinión, recuerda la acción de la Conarepa “un organismo inventado ad hoc para apoderarse de patrimonios de origen ilícito, confiscaron nuestros bienes personales, nos inhibieron de disponer de ellos, se apropiaron de las acciones de ambas sociedades, determinaron nuestra ruina económica y ejercieron toda clase de arbitrariedades para perjudicarnos”.

Relata luego cómo “con la excusa prefabricada de supuestos vínculos financieros con la guerrilla”, fueron encarcelados: “Jacobo Timerman (3 años); Isidoro Graiver, hermano de David, totalmente desvinculado de sus negocios, y Lidia Brodski, su esposa (cuatro años); Lidia Papaleo, viuda de David Graiver (que había fallecido en agosto de 1976), cuatro años; los padres de David e Isidoro, los suegros de Isidoro… La lista creció con el encarcelamiento de numerosos funcionarios o colaboradores de las empresas Graiver, amigos personales y otros damnificados incluidos por error o malicia. Todos fueron reiteradamente torturados y humillados con crueldad y alevosía.”

Y este importante testimonio, del que todavía no se habló demasiado, prosigue con los asesinados: “La lista es amplia, pero solo voy a nombrar a dos como símbolos dolorosos y cercanos de una experiencia cruel. El primero Edgardo Sajón, secuestrado por sospechoso de representar imaginarios nexos entre La Opinión y un sector del ejército, asesinado bajo tortura; el segundo el doctor Jorge Rubinstein, asesor legal de David Graiver, quien ingenua y voluntariamente se presentó ante las autoridades para dar explicaciones sobre los negocios de su cliente, muerto durante una sesión de tortura.”

Hoy, dice Rotemberg en 1998, los funcionarios de la Conarepa, los torturadores y los militares que encarcelaron a inocentes, circulan libremente por las calles. “El jefe del comando que secuestró a los Born, el ex líder juvenil Jorge Galimberti, y Jorge Born, uno de los hermanos secuestrados (también vendrían los negocios con Susana Giménez y el condenado padre Grassi), se estrechan en cálidos abrazos sobre las tumbas de David Graiver, Edgardo Sajón, Juan Graiver, Enrique Brodski, Jorge Rubinstein, y tantas víctimas derivadas del secuestro, mientras planean negocios lucrativos ante la mirada del establishment que los ha aceptado, o calla.”

Luego de señalar las “delirantes fantasías de un sector antisemita de las FF.AA. (que) inventaron supuestos planes del judaísmo internacional para apoderarse del país”, concluye el capítulo con un párrafo que, hasta estos días era la triste realidad: “Todos contemplaron la injusticia en absoluto silencio, algunos por conveniencia, otros por cobardía, la mayoría por pasiva complicidad.”

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