martes, 12 de enero de 2010

¿Es el objetivo del Grupo Clarín voltear al gobierno?

Clarín es uno de los grupos monopólicos más fuertes del país, tanto en poderío económico como en influencia. Si a él se le suman sus aliados naturales (junto a La Nación son los casi dueños de “Papel Prensa”, gracias a la dictadura de Videla, además de varios medios del interior del país); y a ello se suman las inversiones del grupo en diversos negocios... su poderío es de temer.

Hasta hoy, la influencia de Clarín sobre la política nacional era tan grande, que uno de los directivos principales lanzó hace años la famosa frase: “ningún presidente aguanta cinco tapas seguidas de Clarín”.

Tal vez haya sido exagerado, por quien lo dijo o por la leyenda urbana, pero es evidente que algo (y no poco) tuvo que ver el diario en la caída de Illia, con la permanente defenestración de la persona del presidente. Un vergonzoso golpe de Estado perpetrado por un fundamentalista de la idiotez, terminó con un gobierno honesto, destruyó la Universidad Argentina (miles de profesores tuvieron que emigrar) y llevó al país a un torbellino de violencia como nunca vista.

Recordemos que Clarín nunca se opuso a los presidentes de facto (y mucho menos con el tono y la virulencia que usó contra los constitucionales como Illia, Alfonsín o Kirchner), y que apoyó fervientemente a Videla, que le sirvió en bandeja “Papel Prensa” y con el que compartieron muchos brindis (tal como lo hizo La Nación).

A partir de allí el monopolio se hizo más poderoso, el manejo discrecional del papel base para fabricar los diarios les permitió eliminar toda competencia o, por lo menos, mantenerla acotada, y su influencia se hizo mayor.

Así lograron, ya con la caída de Alfonsín, grandes ventajas del gobierno de Menem, como la entrada a la TV, antes prohibida, para evitar… monopolios. La entrada al negocio del cable, la entrada al negocio de las AFJP, al negocio del fútbol y de los negocios agropecuarios, entre otros.
Y de Duhalde consiguieron lo que nadie: que después del 2001 sus deudas en dólares se transformaran en pesos. Pavada de ayuda en un país “libremercadista”…

También tenían la televisión por cable y, gracias al gobierno de Néstor Kirchner tuvieron la posibilidad de consolidar otro monopolio con la fusión de Cablevisión y Multicanal (que son de ellos, como tantas otras cosas que uno ni sabe todavía).
Pero con Cristina Kirchner hubo un quiebre. Algo pasó y se terminó la relación a pocos meses de iniciado el gobierno.

Plantándose como contendientes en un ring, los medios concentrados (porque ahora se unieron grupos como los de Vila-Manzano o Pierri o De Narváez) iniciaron una disputa que comenzó con el apoyo a los opositores del campo (no olvidemos que tanto La Nación como Clarín tienen fuertes intereses en ciertos negocios concentrados allí), que terminó con denuncia de la presidenta de intentos de destitución (no sabemos cuánto puede haber de verdad en ello, pero es evidente que antecedentes reales hay muchos).

Finalmente, llegó la nueva ley de Radiodifusión. Que no era una ocurrencia del momento, que estaba en las plataformas de algunos partidos políticos (incluido en el que actualmente está en el poder), que era un pedido reiterado de todos los gremios de la comunicación, de los estudiosos del tema, de las universidades vinculadas a la comunicación, de los intelectuales, artistas, técnicos, etc.

Esta ley, que venía a reemplazar una vieja y dictatorial forma de impedir la participación ciudadana en la comunicación, fue la gota que rebalsó el vaso. Además venía respaldada por una serie de entidades que habían elaborado un proyecto ¡que había sido tenido en cuenta en su casi totalidad por la presidenta! El consenso sobre esa ley era casi absoluto, pero el perjuicio para el mantenimiento del monopolio y de la influencia del Grupo Clarín era grande. Para colmo, poco antes una pelea con el protegido del Grupo (hasta ese momento), Julio Grondona, lo llevó a éste a cambiar de bando y les hizo perder el negocio del fútbol, además de los que ya habían perdido, porque se supone que tenían intereses en las AFJP y en Aerolíneas (pero esa es otra historia).

Hoy, es casi tragicómico advertir hasta dónde llega el poder de los multimedios aliados, cómo pueden manejar la realidad a su antojo y lograr una unanimidad absoluta, donde todos los medios, todos los noticieros, todos sus periodistas empleados tengan la misma voz, la misma visión de la realidad, sin matices, sin diferencias… Ni una sola disidencia. Morales Solá, Grondona, Bonelli, Nelson Castro, Eliachev, la Legrand, Susana Giménez, Silvestre, Luis Majul, por nombrar a los más conocidos, dicen lo mismo, repiten las mismas frases, las mismas consignas. Ni siquiera se diferencian entre sí.
¿Será ésta la última moda del periodismo libre? ¿Hasta el último empleado repitiendo la consignas de sus jefes?

En medio de esta lamentable situación, cómo no dudar sobre la verdadera intención de Martín Redrado a negarse a hacer lo que siempre hizo… Cómo no dudar del dubitativo Cobos que acude urgente en su auxilio… Cómo no prestar atención a que el encargado de hacer la presentación judicial de Redrado es el alabado Gregorio Badeni, abogado de ADEPA, asesor de los grupos monopólicos… Cómo no sospechar de una jueza que está presente en La Nación y en TN, que está de guardia, pero que los fines de semana no, porque los dedica a sus hijas y que hace y deshace según lo que le pide Redrado… Cómo no sospechar cuando los extremos políticos coinciden tanto…

Para nosotros, ciudadanos, ¿no habrá llegado el momento de pensar seriamente en estas cosas y dejar de repetir consignas que intentan meternos a toda hora en la cabeza?¿No habrá llegado el momento de pedir que ¡todos! respeten los tiempos electorales y dejen de pronosticar golpes y caos todos los días?

¿Y si hacemos la prueba de apagar los televisores y dejamos de leer los diarios por un mes? ¿Y si durante ese tiempo nos dedicamos a nuestro trabajo y a nuestras familias?
Tal vez podríamos atenuar muchos de nuestros males, ¿o no?

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