sábado, 26 de junio de 2010

¿Engañar con los títulos es una nueva forma de periodismo?

Hoy sábado 26 de junio, tanto La Nación como Clarín se lucieron con sus títulos mentirosos.

¿Es común mentir desde el título? Si bien no es ético y rompe con las premisas fundamentales del periodismo, muchas veces la prensa partidaria utiliza el sistema de afirmar categóricamente algo desde sus títulos, para luego relativizarlo dentro de la nota. De esta manera, esos seudo periodistas creen que no están mintiendo, sino exagerando, porque después se aclara. Claro, se obvia lo que ya muchos saben: la mayor parte de los lectores leen sólo los títulos y dejan pasar la nota.

Pero hoy se puede ver que no hay límites entre la exageración y la mentira.
“Admitió De Vido que hubo una diplomacia paralela”, dice Mariano Obarrio desde La Nación
“De Vido cargó contra Sadous y reconoció la embajada paralela”, dice Nicolás Wiñazki desde Clarín

Pero que dice más abajo La Nación: "Si hablan del trabajo que tuvimos que hacer y que él no hizo porque estaba de cóctel en cóctel, de copetín en copetín, aceptamos lo de la embajada paralela", afirmó De Vido. "Ese embajador es una vergüenza para la Argentina"…

El diario de los Mitre, como el de Noble-Magneto, toma la ironía en forma textual, y sus dos aplicados “empleados”, que alguna vez fueron periodistas, Mariano Obarrio y Nicolás Wiñazki, se prestan al engaño.

La misma nota pone luego en boca de De Vido: “Pero lo que hicimos lo hicimos con la plenipotencia de la Cancillería, y con la colaboración del entonces secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Martín Redrado", aseguró De Vido.

Toda la nota intenta “demostrar” la supuesta existencia de una “embajada paralela”, inventada en conjunto por ambos pasquines opositores, para denostar, no sólo las relaciones diplomáticas sudamericanas, sino también para atacar al gobierno venezolano de Chávez, tal como lo determina la posición política de ambos medios.

La tradicional postura de derecha de ambos medios, no se limita ahora a sus editoriales, a medida que avanza su furor contra los gobiernos democráticos de América, también extreman sus posturas reaccionarias, y pasan directamente a contaminar con sus opiniones políticas todas las notas de ambos diarios y sus repetidoras gráficas, radiales y televisivas.

En particular la nota de La Nación es lamentable desde el punto de vista periodístico. No explica que las declaraciones (que ya efectuara a la justicia) el ex embajador Ernesto Sadous, fueron hechas luego de su destitución. Que la base de esas declaraciones son: “escuché que empresarios decían”, “me dijeron”, “cosas que me llamaron la atención”. O sea, de denuncia real nada de nada y para colmo, las personas que él nombra declararon que nunca le dijeron nada.

Y esa nota en particular tiene las siguientes fuentes: “Según confiaron a LA NACION fuentes de la Casa Rosada”. “Según la Casa Rosada”. “Según admitían en Balcarce 50”. “Fuentes fidedignas deslizaron a LA NACION”. “Fuentes diplomáticas recordaron”. “Allegados a De Vido explicaron a LA NACION”. (Sic)

Este tema, que ahora levantan publicitariamente estos medios, fueron tomados por sus operadores (ciertos diputados opositores) para llamarlo al embajador a la Cámara. ¿Lo llamaran también a declarar a Mauricio Macri por las denuncias en su contra? O a Ernestina Herrera ¿por la causa de apropiación de niños? O a Magneto y a Mitre ¿por las denuncias de complicidad con crímenes de lesa humanidad en la apropiación de Papel Prensa?

Es evidente que no harán eso, porque su objetivo es recuperar negocios perdidos (el fútbol, las AFJP) o que van a perder (Papel Prensa, Cable Visión, el monopolio de los medios de comunicación). Pero entonces ¿en qué queda eso del periodismo? Y los dueños de los medios ¿deben defender sus intereses dejando de lado los principios, la ética de la profesión? La respuesta queda para sus lectores.

Pero uno, como periodista, no puede dejar de preguntarse si esos que escriben y firman son fieles cumplidores de la obediencia debida o son mercenarios del periodismo dispuestos a todo por la paga. Tal vez no, quizá piensen como sus patrones, se mimeticen con ellos, sean fieles a un pensamiento político similar… Estos interrogantes los deberemos contestar los periodistas.

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